Quedó todo destruido,
los cuadros de fotografía,
las plantas por el suelo,
las paredes derruidas,
Algunos vidrios
que seguían en las ventanas,
estaban intactos, pero la mayoría
estaban rotos. Papeles por el suelo,
incluso las puertas estaban rotas;
vestigios que habría pasado
una gran tormenta por mi alma.
No quería saber nada de la vida,
y, ese deseo, me conducía
a desear la muerte perpetua.
Ahora no sé si fui valiente
o tal vez un cobarde,
el no haber ejecutado ese deseo
y seguir ahora con esta vida
que pretendo levantar a duras penas
detrás de esta enorme nube de tristeza.
Aún suena sus palabras en mis oídos,
que me decía que debía seguir siendo
la misma persona, según ella.
como si su traición, no hubiese dolido.
Con total desparpajo dijo: si te falle..!
no se si intento ser sincera
o lo dijo, porque yo lo sabía todo.
Tal vez lo dijo, porque dejo de ser
flor de loto, que resalta entre el lodo.
Me quedé sentado en la banca,
en medio de su juego asqueroso,
humillante y grosero de la jijuna;
me quedé con la caridad o el mendrugo
de eso que tal vez no era amor;
y que a mí me pareció que lo era.
Después de esa tormenta que dejó
todo derruido; todo en escombros,
todo bajo el piso; todo en oscuridad,
hay un estrecho sendero que seguir,
hacia arriba, donde espero llegar
así en soledad, cargando esa mochila
repleta de dolor, de angustia y tristeza,
cargando y levantando mi vida.
Autor: Camisa
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