Viernes Trece
Cicatrices, promesas falsas y suspiros,
recordando voces y gestos del rostro
de una ex de un para siempre falaz.
Esta noche en Agosto, viernes trece
con una botella gigante de vino
me acompaña desde once de la noche
en medio de una pena que crece y crece
y me incita a escribir entre sombras y ríos
tal vez algunas sandeces.
Ciertamente no me gusta el vino,
es más que eso. Me encanta,
tanto como escribir o fumar un cigarrillo.
Atrapado en los recuerdos de un amor,
que pudo tal vez haber sido y no fue,
que lo sueño en dias o noches dormido y despierto
en blanco negro y color.
Me siento aislado en un desierto
con tiempo tirano y nieve en la cabeza
es mi alma que aclama y reza
que sea olvido ese amor muerto.
Aun mis pestañas mojadas por la lluvia
emborrachándome con su recuerdo y con vino
ahogo penas, angustias y deseos
en los rincones de la ventana de mi habitación
mirando la calle de tiempos feos
en esta maldita pandemia que me ha tocado
y aunque ahora más relajado y curado
hay temor a tercera ola. No me he vacunado.
Este maldito corazón cual diablo enamorado
quisiera aún con fuerza su mano sostener
no dejarla ir. Si pudiera ese día volver
abrazar otra vez su mundo, mi deseo anhelado.
Hacerla mía enseñándole lo que es el amor,
cuando es totalmente puro y sincero
expresarle con caricias y besos que la quiero,
olvidando la oscuridad y mitigar este dolor.
Estos días mi cuerpo locamente se hundía,
en poros de piel pretendiendo curar heridas
no fueron bálsamo suficiente para esta vida mía
cuyas penas tiemblan de frio entre bebidas.
El olvido con vino es solo una falacia triste
y aunque todos lo saben allí nos refugiamos
este dolor grande que tal vez tú conociste
es triste y temerario que en sonrisas ocultamos.
Mi rostro ahora es un rio, una humedad;
recordando palabras de la mujer aquella,
secretos de piel pelada, que era mi estrella,
no me entregó su alma sino su falsedad.
Autor: Camisa
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