piadosa paciente y mustia,
que guarda un halo
de ternura
para tí.
Se pierde en la
claridad
finita
del día...
y
se estampa
en
la dulce y triste
llama
que encendí.
¡Oh! Mi amada;
añoro tu angelical belleza,
que me absorbe y me cautiva...
eres
tú quien me aviva
y mata mi tristeza.
No puedo
imaginarte
porque no eres fantasía;
¡No
puedo olvidarte...
te
amo todavía…!