Dejaron de ser mágicos los días,
para ser horas de grises poesías,
que apagan fuegos de mi alma
en toda la galaxia de este amor
inmenso que siento por ti.
Me he tragado las amarguras
día a día aparentando en risas
caída que me intento levantar ;
dolor del alma por ti causado
que a hoy no puedo superar.
Te leí cuando dijiste supérame,
más yo pido clemencia a Dios
a tan fuerte y dolorosa tortura
que silente y en sumo secreto
te mata entre libros y letras.
Clemencia a este poco de tierra,
piel marrón y ser casi extinto,
cabello blanco que ahora pinto,
alma de selva, costa y de sierra.
¿Recordarás todo lo que hicimos
cuando tal vez estés a solas?
Que con mis manos y mi piel
sembré poesía en tu alma.
Pregunto a veces si habrás leído,
alguna vez frente a tu espejo,
los versos que escribí en tu piel
cuando disfrutamos en el reposo.
Vuelvo a pedir clemencia a Dios,
por el dolor en mi suspiro profundo,
que ni cerrando mis ojos al mundo,
puedo encontrar bálsamo al reto
de borrarlo y olvidarlo todo, todo.
Autor: Camisa
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