Te amé con la piel de mis labios,
con mi lengua y con el lenguaje
de mis palabras y de mis manos.
Te amé con la mirada, con el alma,
con el corazón y mi respiración.
Te amé como nunca y como siempre;
te amé tanto como ahora.
Aprendí que a tu piel le encantaba el oral
y al hundirme en ti aprendí de tu piel
a tener ganas de ti y a generar sonidos,
como el aplauso lento, veloz y emocionado;
que te causaban las tembladeras en tu piel.
Aprendí de tus espasmos y a erizar tus bellos,
aprendí a sentir la humedad de tu fuego intenso
e interior que me excitaba;
y me llevaba de tu piel a tocar el cielo,
con los ojos cerrados y abrirlos,
para mirar tus gestos cuando te vienes.
Aprendi a sentir al día siguiente,
ese aplauso como un dolor ligero
en la pelvis que me hacían evocar
toda la travesura loca del ayer.
Autor: Camisa
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