Yo le sonreí y pude soñar en sus ojos
mientras ella miraba a los míos.
Me confesó quien era, sin ella saber
que ella me agradaba para vivir.
Su sonrisa me hace emocionar el alma
y percibir momentos de felicidad
cómo si nunca hubiera yo sufrido.
La abrace un día, para percibir su aroma
cómo se percibe el aroma de las flores;
hoy sueño navegando en el mar de su piel
y conocerla por dentro y decirle te quiero,
con la simiente derramándose en su fuego.
Quererla con fuerza de mi leño y poesía,
hasta ver renacer esa emociones dormidas
desde que le falta agua al jardin de su piel,
pues se nota la sequía y las costras
que quedan aún de sus heridas.
Me enamoré de la poesía roja de su sonrisa,
por la verdad que profesaba en esa blanca luz,
que enciende y quema esa sombra
cual cortina que se incendia con el fuego
y me libera de la oscuridad.
Me enamore de su aroma,
de la forma de su caminar
y de esa mirada tierna,
que me dirigía cuando se marchaba.
Autor: Camisa
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