Si.
que apagó de la interna piel
de tu vientre;
ese intenso e ingenuo fuego
primero.
Si; yo fui el que te hice
temblar las piernas,
y sacudí mi cuerpo sobre
el tuyo
estremeciendo tus huesos y
tu piel.
Sí; estibé tus piernas
en mis hombros,
para amarte y darte el
abrazo del tamal,
bese tus labios, no
los de la boca,
e hice alma hasta estremecer.
Si; yo dejé caer un día en
tus senos,
la transparente sangre de
mis heridas,
humedecieron tus pechos al
enloquecer
por profunda tristeza embestida.
Sí; la sombra me perdió el respeto,
avasalló mi alma, mi piel
y mi suerte,
no pude quedarme contigo
y el destino me alejo para no
verte.
Si; tengo aún heridas que siguen
doliendo,
y con fuerza aún
lastimando.
No pude tocar jamás la enorme
roca,
que era tu cobrizo y
altivo corazón.
Sí; aún éste miserable y soso
corazón,
con inteligencia artificial,
sueña tocar tus manos a tus ojos
mirando,
y besar tus labios hacerte
gemir,
estar sobre y dentro de ti.
Autor: Camisa
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