Sin palabras nos
vestimos y nos abrazamos.
no te vayas; No me
dejes, quédate conmigo...
quedémonos en esta
ciudad,
y no nos marchemos
jamás.
Ambos nos miramos a los
ojos,
y lloramos caminado
hacia la puerta
de aquel cuarto de
hotel en California.
Quise quedarme y abrazarte
fuerte
cuando me llamaste por
mi nombre,
cuando nunca lo hacías
normalmente,
creo que era por no
equivocarte
al llamarme tal vez con
otro nombre.
Tú sabes que debí
partir por lo decidido
más allá del hecho que
fueras casada
y aunque no tenías
hijos
no debí manchar tu matrimonio,
o ceder ante esos requerimientos
que me conducían a
tejer un sentimiento.
Tú sabías a la luz de
la verdad y los hechos,
que alguien me esperaba
más allá de los deseos,
más allá de los bonito
de la ciudad,
donde compartimos
juntos esa ventura.
Mi decisión una quimera,
en busca del verdadero
amor,
que hallé en Chiclayo en
los besos
de alguien que creo que
me ama
en esa relación también
furtiva.