Te conocí en un a paz serena,
en un humano ciclo
en su defecto,
sembraste en mí pena,
una amistad, con mucho afecto.
Hoy es
un don viviente,
un destello, un relámpago musical;
tu
amistad en mi alma, en mi mente,
como flor primaveral.
Yo soy el luto humano,
el nadir crepuscular;
mas te pido como hermano,
nunca te quieras alejar.
Desde mi silencio transparente,
cual finísimo cristal,
quiera Dios tenerlo presente,
esta verdadera amistad.