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martes, 6 de octubre de 2020

Se retiro el mar..

Se retiro el mar


Es mentira no pasa, cuando amas con esperanza.

No dejas de sufrir.

No sirven terapias de olvido,

ni cambia el ángulo cenital de la mirada,

que como el mar rompen las moles de soporte,

que contienen mis ríos.


Hoy que me toco sufrir  nuevamente

y ahora por ese nuestro ángel esperado.


Sufro en mísera y silente soledad, 

para a nadie ser yo un fastidio.

¡Dios llévame por caminos, 

donde pueda canalizar estas emociones,

to help more people a salir también de tristezas...!

 

Imaginaba tu tenue y tierna piel,

imaginaba que  te daba muchos besos,

más hoy... esperanzas muertas 

y de dolor me quede dormido.


Soñé tener tu ternura en mis brazos, 

me soñé haciéndote cosquillas,

soñé que tal vez alguna vez, 

dejarías húmedas las sábanas de seguro.


Soñé que me dijeras que me quieres....!

Soñé despierto con los ojos abiertos,

soñé oír tu voz y ver tu rostro...

Soñé mirar tus ojos y sonreirte,

soñé miran crecer también tu alma,

la soñé convirtiéndose en diamante.


 A veces imaginé

quedarme callado mirando tus ojitos,

oyendo tu dulce y suave voz.

Mas yo clavado en tus ojos  y callado.


Soñé ser tu humilde luz y acompañarte en tu sendero,

que hoy son solo sueños no alcanzados y ya perdidos.

mas es difícil tener un corazón duro o de acero 

y no sentir la pérdida a ser amado.


Una vez mas me quede en el parque principal,

aunque ahora se secaron ya mis ríos y las aguas de mar,

pero aun recuerdo ese día que me inunde 

en aquella banca bajo aquel árbol  

de aquel parque al costado de la catedral.


Justo ahora que no se abren las iglesias,

por la pandemia que nos persigue,

que hace temer a la muerte

y  yo a veces desearía que me toque.


Será que viene una gran ola nuevamente,

será que se alejo el  mar y se quedará alli...?

lo que fuere solo deseo  una verde esperanza

de que un día olvidaré ésta pérdida.


Autor : Camisa

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jueves, 1 de octubre de 2020

Te fuiste en tu ley


Tus ojos se asomaban a los míos y miraban mi alma,

que me enseñaste a caminar en tiempos tempranos,

agarrando con la tuya y muy fuerte mi mano 

para que yo no me soltara aún en la calma.

 

Tú mujer dulce que me amabas muy fuerte,

me conducías por senderos luz y verdes valles,

y me salvaste un día la vida. Más hoy quiero verte,

y oír tu voz que con mi mente hoy volví a traerte.

 

Te marchaste en tu ley dejando huella,

inculcando motivos para que no me rinda;

creaste en la oscuridad una gran centella,

con ejemplo y lucha fuerte, señora Arminda.

 

Fuiste el abnegado amor, que prodigaba abrigo,

fuiste la fuerza que me impulsaba y el amigo

que me felicitaba o reprendía cuando debía;

te fuiste sin decir adiós. ¡Hay madre mía...!

 

Me dejaste en ángulo nadir mirando al cielo,

fue sorpresa y profunda tristeza tu partida,

pena, llanto, lágrimas, dolor y desconsuelo

más en mi pensamiento la sombra a mi ceñida.

 

Son mis promesas una enorme deuda  contigo,

de hacer cada día la gloria al terminar la jornada

odio a la muerte, parte de la vida y la maldigo,

la vida no es montar bicicleta, solo es una charada.

 

Autor: Camisa

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